“No hay necesidad de salir de la habitación. Basta con sentarse a la mesa y escuchar. Ni siquiera es necesario escuchar, sólo esperar. Ni siquiera hay que esperar, sólo aprender a estar en silencio, quieto y solitario. El mundo se te ofrecerá libremente para ser descubierto. Él no tiene otra alternativa; caerá en éxtasis a tus pies”
Franz Kafka
Cuando meditamos podemos escoger un espacio imaginario al que que queramos llegar al momento de encontrarnos en esta unión con nosotros mismos, con Dios, con la sabiduría suprema del universo que nos brinda una mayor tranquilidad y facilita su realización, puede ser un sitio real o imaginario en algún lugar de la naturaleza, ese lugar en el campo lleno de flores que a lo lejos evoca bellos y dulces momentos, ese lugar en la playa que nos produce una sensación de paz y de recogimiento; ese espacio que nos imaginemos puede incluso tener aspectos reales de lugares conocidos y agregarle algunos elementos como sonidos de un rio, del mar, del trino de los pájaros, de olores de las flores o la hierba, sonidos del viento e inmediatamente cuando pensemos en ese sitio nuestra mente evocará todos sus detalles como por arte de magia, las sensaciones físicas se harán explícitas de manera inmediata, nuestra mente viajará y los mejores recuerdos que nos evoca llegarán a ella, imaginando lo encontraremos.
Ese espacio donde lo realicemos podrá contar con elementos adicionales que incluso pueden formar parte de los útiles de nuestra casa u oficina, los aromas naturales ayudan a relajar nuestro cuerpo y disponer nuestra mente para ello la imaginación de cada cual está a disposición, recuerdo que para usar elementos naturales recogíamos semillas de eucalipto que colocados sobre un bombillo encendido despedían todo un olor maravilloso, al final cuando entremos en ese trance y encuentro con el más allá, esa conexión con nuestra naturaleza básica y dejemos la turbulencia de nuestros sonidos cotidianos y mundanos, recogeremos las respuestas a las preguntas incontestables, la visión se hará más clara, nuestro propósito tendrá más sentido, nuestro congénere representa nuestra esencia, disponemos de nosotros para disfrutar y mantener nuestra felicidad.
Namasté,
Gabriel Orozco Gutiérrez
QUEREMOS UN PLANETA MEJOR,
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Santo Domingo, R. D. Marzo 7 de 2011